Las Ondas Electromagnéticas se encuentran presentes en cada
ambiente donde la alternación de corriente eléctrica es generada. Luz eléctrica
representa solo una pequeña porción del espectrum electromagnético que varia
desde iones de radiación (ejemplo: Rayos X - Rayos Gamma) hasta iones de no
radiación, ondas electromagnéticas de extremadamente baja frecuencia. En
realidad, entre estos dos extremos, otros tipos de ondas electromagnéticas
están presentes. Estas incluyen frecuencias de radiosondas infrarrojas, luz
visible, microondas y rayos ultravioleta. Ondas electromagnéticas también se
encuentran naturalmente en el medio ambiente: el sol, los planetas y estrellas,
todos irradian ondas electromagnéticas que afectan la vida en el planeta en
formas diferentes. Así como otros tipos de energía, ondas electromagnéticas
tienen propiedades como duración amplitud, frecuencia y fuerza. La energía que
irradia cada aparato disminuye proporcionalmente al incrementar la distancia
del mismo aparato.
El uso incrementado de aparatos eléctricos y electrónicos
está incrementando el nivel de ondas electromagnéticas en nuestro medio
ambiente. Debido a esto estamos enfrentando un incremento en las preocupaciones
acerca del potencial y peligroso impacto en el medio ambiente y nuestra salud
personal.
La electricidad se trata conjuntamente con el magnetismo
porque ambos aparecen generalmente juntos, cuando el primero está en
movimiento, el último también está presente.
El fenómeno del magnetismo fue observado desde el principio
de la «historia del magnetismo», pero no fue completamente explicado hasta que
se desarrolló la idea de la inducción magnética.
El fenómeno de la electricidad fue igualmente observado
desde el principio de la «historia de la electricidad», pero no fue
completamente explicado hasta que se desarrolló la idea de carga eléctrica.
El conocimiento de la electricidad estática data de las
primeras civilizaciones, pero durante milenios ha permanecido como un
interesante y misterioso fenómeno, sin una teoría que explique sus fundamentos
y a menudo confundida con el magnetismo. En la antigüedad ya conocían las
curiosas propiedades que poseían dos minerales, el ámbar y el mineral de hierro
magnetita. El primero, cuando se frota atrae cuerpos ligeros, el último tiene
el poder de atraer el hierro.
Basándose en su descubrimiento de un artefacto olmeca de
hematita en América Central, el astrónomo americano John Carlson ha sugerido
que los olmecas pueden haber descubierto y usado la brújula geomagnética de imán
antes del 1000 a. C. Si esto es cierto, esto «precede el descubrimiento por los
chinos de la brújula geomagnética de imán en más de un milenio». Carlson
especula que los olmecas pueden haber utilizado artefactos similares como
dispositivo direccional para astrología o para propósitos geománticos, o para
orientar sus templos, las viviendas de los vivos o los enterramientos de los
muertos. La primera literatura china referente al «magnetismo» se encuentra en
un libro del siglo 4 a. C. llamado Libro del Maestro del Valle del Diablo (鬼谷子):
«El imán hace venir al hierro o se atrae a sí mismo.»
El descubrimiento del ámbar y otras sustancias similares en
la antigüedad sugiere que la posible percepción de la electricidad por el
hombre prehistórico. El roce accidental contra las pieles con las que se
vestían puede haber causado una atracción por la resina, que quedó
electrificada, quedando la piel marcada en un grado suficiente como para llamar
su atención. Sin embargo, entre la simple observación del hecho, y la
realización de cualquier deducción a partir de él, pudieron haber transcurrido
grandes períodos, pero llegó un momento en el pasado, en el que el ámbar se vio
como una sustancia extraña inanimado que podría influir o incluso atraer hacia
sí otras cosas; y esto por su aparente capacidad propia, y no a través de
cualquier conexión o unión mecánica que se extiende desde el ámbar hacia ellos;
entonces es cuando se reconoció, en resumen, que la naturaleza ayuda a que una
cosa sin vida, muestre un atributo de vida.
Mucho antes de que existiera ningún conocimiento acerca del
electromagnetismo, la gente ya era consciente indirectamente de los efectos de
electricidad. El relámpago, y otras manifestaciones de las electricidad, ya
fueron conocidos por los filósofos antiguos, pero ningún pensamiento estaba más
alejado que el que estas manifestaciones tenían un origen común. Los antiguos
egipcios eran conscientes de descargas cuando se entraba en contacto con peces
eléctricos (como el Malapterurus electricus) u otros animales (como la anguila
eléctrica). Las descargas de animales eran evidentes a observadores de la
prehistoria para una variedad de pueblos que entraron en contacto con ellos.
Textos antes del 2750 aC de los antiguos egipcios, se refieren a este pez como
«truenos del Nilo», y los vieron como «protectores» de todos los otros peces.5
Posiblemente las primeras y más próximas aproximaciones al descubrimiento de la
identidad del relámpago, y la electricidad de alguna otra fuente, debe ser
atribuido a los árabes, quienes ya antes del siglo XV tenían la palabra árabe
para el relámpago (raad) aplicada al rayo eléctrico
Según escribió Tales de Mileto, alrededor del 600 aC, señaló
que una forma de electricidad ya fue observada por los antiguos griegos que
podía causar una particular atracción por frotamiento de piel sobre varias
sustancias, como el ámbar. Tales de Mileto escribió sobre el efecto actualmente
conocido como electricidad estática. Los griegos notaron que los botones de
ámbar podrían atraer objetos ligeros como el pelo y que si ellos se frotaba el
ámbar durante bastante tiempo podría incluso saltar una chispa. Durante esta
época en la alquimia y la filosofía natural, se pensaba que podría existir un
medio material llamado «éter», una sustancia que llena el espacio o campo.
Los fenómenos electrostáticos fueron otra vez relatados mil
años más tarde por los romanos y los naturalistas y físicos islámicos. Varios
escritores antiguos, como Plinio el Viejo y Escribonio Largo, atestiguaron el
efecto adormecedor de las descargas eléctricas del Malapteruridae y la raya
torpedo. Plinio en sus libros escribe: «Los antiguos Toscanos aprendieron que
hay nueve dioses que envían relámpagos de once clases.» Esta era en general la
temprana idea pagana de relámpago. Los antiguos desarrollaron el concepto de
que las descargas podrían viajar a lo largo de objetos conductores.Los
pacientes que sufren enfermedades como la gota o dolor de cabeza fueron
dirigidas a tocar peces eléctricos con la esperanza de que la fuerte sacudida
podría curarlos .
Una serie de objetos encontrados en Irak en 1938 datados en
los primeros siglos a.C. (Mesopotamia Sasánida), llamados la Batería de Bagdad,
se asemeja a una pila galvánica y algunos creen que se han utilizado para la
galvanoplastia.16 Las reivindicaciones son causa de controversia debido a la
evidencia que las soporta y a las teorías sobre el uso de los artefactos.
Después de laSegunda Guerra Mundial, Willard Gray demostró la producción de
corriente eléctrica mediante del diseño de la batería cuando está llena de zumo
de uva. W. Jansen experimentó conbenzoquinona (algunos escarabajos producen
quinonas) y vinagre en una celda y obtuvo un rendimiento satisfactorio pruebas
físicas de los objetos conductores para funciones eléctricas, y si eran
eléctricos en la naturaleza. Por consiguiente la naturaleza de estos objetos se
basó en la especulación, y la función de estos artefactos permanece en duda. Desde
la Antigüedad se conocen las propiedades de la magnetita (Fe3O4) Thales de
Mileto intentó explicar este fenómeno pero con un concepto insuficiente de la
materia, incapaz de separar los conceptos de materia y fuerza. Atribuía el
magnetismo a la presencia de un alma en la piedra imantada Sócrates (470-399
a.C.) observó que atraía objetos de hierro y les transfería propiedades
atractivas, consiguiendo suspender una ristra de anillos de un solo imán.
Leyendas chinas hablan de su uso como brújula (83 a.C) que
marca el sur y en un libro militar del 1084 se describe como fabricar una brújula.
Podemos definir un imán como una sustancia capaz de ejercer
una atracción sobre el hierro y algunas otras sustancias, que llamaremos
sustancias férricas. La fuerza que ejercen los imanes depende de la distancia;
si separamos el imán del hierro disminuye la fuerza con que lo atrae, que
aumenta cuando lo acercamos. Los imanes pueden ser naturales o artificiales. La
magnetita es un imán natural. Algunos imanes son permanentes y otros
temporales. Los primeros mantienen sus propiedades magnéticas a lo largo del
tiempo (Acero) y los segundos solo actúan como imanes en determinadas
circunstancias (Hierro dulce), el empleo de los imanes en navegación se remonta
por lo menos al siglo XI.
En 1269, Pierre de Maricourt, al dar forma esférica a un
imán y aproximarle pequeñas agujas de acero, comprobó que estas se orientaban
sobre su superficie de un modo determinado en cada punto. Al dibujar las líneas
que sugerían dichas orientaciones, encontró que se cortaban en dos puntos
opuestos de la esfera, justo donde se mantenía la aguja vertical. También
observó que esos puntos se orientaban siempre al norte y al Sur. Los llamo Polo
Norte y Polo Sur y comprobó que al acercar dos polos iguales entre sí, los
imanes se repelen y si son opuestos se atraen.
En 1600, William Gilbert, postuló que la Tierra actuaba como
un potente imán esférico. Las brújulas se orientaban hacia los polos magnéticos
terrestres. Afirma que los trozos de imán se comportan también como imanes, es
decir, sabemos que hay cargas eléctricas aisladas, pero no existen polos
magnéticos aislados, siempre hay imanes (dipolos completos), nunca un polo
norte o sur solo. Esto hoy en día está en discusión, pues en ciertos
experimentos se han detectado monopolos magnéticos. Esto aún necesita
confirmación.
Los polos magnéticos no coinciden con los polos geográficos,
es decir que las brújulas no indican con exactitud el norte geográfico. A esto
se le llama declinación magnética.
La conexión entre la electricidad y el magnetismo no llegó
hasta el siglo XIX de la mano de Oersted, (1819) al observar que la corriente
eléctrica circulando por un elemento conductor crea a su alrededor un campo
magnético similar al de un imán. Ampere aportó la idea de que el magnetismo
natural puede estar producido por pequeñas corrientes a nivel molecular.
Faraday a partir de 1821, empezó a desarrollar ideas sobre la teoría de campos
y concluyó diciendo que campos magnéticos variables crean campos eléctricos.
Maxwell, en 1860, indicó que se podían crear campos magnéticos a partir de
campos eléctricos variables y por tanto concluyó diciendo que la interacción
eléctrica y magnética están relacionadas y tienen que ver con la carga
eléctrica.
El campo magnético es el efecto sobre una región del espacio
en la que una carga eléctrica puntual de valor q, que se desplaza a una
velocidad , experimenta los efectos de una fuerza que es perpendicular y
proporcional tanto a la velocidad v como al campo B. Así, dicha carga percibirá
una fuerza descrita con la siguiente ecuación.
donde F es la fuerza, v es la velocidad y B el campo
magnético, también llamado inducción magnética y densidad de flujo magnético.
(Nótese que tanto F como v y B son magnitudes vectoriales y el producto
vectorial tiene como resultante un vector perpendicular tanto a v como aB). El módulo
de la fuerza resultante será
La existencia de un campo magnético se pone de relieve
gracias a la propiedad (la cual la podemos localizar en el espacio) de orientar
un magnetómetro (laminilla de acero imantado que puede girar libremente). La
aguja de una brújula, que evidencia la existencia del campo magnético
terrestre, puede ser considerada un magnetómetro.
La magnitud del campo magnético terrestre en la superficie
de la Tierra es de alrededor de 0.5G. Los imanes permanentes comunes, de
hierro, generan campos de unos pocos cientos de Gauss, esto es a corto alcance
la influencia sobre una brújula es alrededor de mil veces más intensa que la
del campo magnético terrestre; como la intensidad se reduce con el cubo de la
distancia, a distancias relativamente cortas el campo terrestre vuelve a
dominar. Los imanes comerciales más potentes, basados en combinaciones de
metales de transición y tierras raras generan campos hasta diez veces más
intensos, de hasta 3000-4000 G, esto es, 0.3-0.4 T. El límite teórico para
imanes permanentes es alrededor de diez veces más alto, unos 3 Tesla. Los
centros de investigación especializados obtienen de forma rutinaria campos
hasta diez veces más intensos, unos 30T, mediante electroimanes; se puede
doblar este límite mediante campos pulsados, que permiten enfriarse al
conductor entre pulsos. En circunstancias extraordinarias, es posible obtener
campos incluso de 150 T o superiores, mediante explosiones que comprimen las
líneas de campo; naturalmente en estos casos el campo dura sólo unos
microsegundos. Por otro lado, los campos generados de forma natural en la
superficie de un púlsar se estiman en el orden de los cientos de millones de
Tesla.
La presencia de carga eléctrica en una región del espacio
modifica las características de dicho espacio dando lugar a un campo eléctrico.
Así pues, podemos considerar un campo eléctrico como una, región del espacio
cuyas propiedades han sido modificadas por la presencia de una carga eléctrica,
de tal modo que al introducir en dicho campo eléctrico una nueva carga
eléctrica, ésta experimentará una fuerza.
El campo eléctrico se representa matemáticamente mediante el
vector campo eléctrico, definido como el cociente entre la fuerza eléctrica que
experimenta una carga testigo y el valor de esa carga testigo (una carga
testigo positiva).
La definición más intuitiva del campo eléctrico se la puede
dar mediante la ley de Coulomb. Esta ley, una vez generalizada, permite
expresar el campo entre distribuciones de carga en reposo relativo. Sin
embargo, para cargas en movimiento se requiere una definición más formal y
completa, se requiere el uso de cuadrivectores y el principio de mínima acción.
A continuación se describen ambas.
Debe tenerse presente de todas maneras que desde el punto de
vista relativista, la definición de campo eléctrico es relativa y no absoluta,
ya que observadores en movimiento relativo entre sí medirán campos eléctricos o
"partes eléctricas" del campo electromagnético diferentes, por lo que
el campo eléctrico medido dependerá del sistema de referencia escogido.
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